¿Por qué el arco “Puma” no lo defiende Hurtado?

Terminado el partido contra la “U”, sensaciones de disconformidad y tribulación me invadieron. Es curioso, pero la suciedad del fútbol/empresa, que hace tan pobre el nivel en la cancha, se las ingenia siempre para transportar un discurso de respeto que pasa la mayoría de las veces como señorial, especialmente cuando aparece el “on” de los micrófonos de la televisión. Cuando un partido es malo, no hay cómo camuflarlo. No hay forma de poder mentirle a la gente, a pesar de mostrar un compacto con algunas ocasiones de gol; algunos remates al arco; algunas patadas, una que otra polémica, etc. Lo que importa, o por lo menos lo que a mí me lleva a ser analítico fecha tras fecha, es el nivel de juego.

Y me cuesta mucho digerir demostraciones tan pobres como las del último partido en el Estadio Nacional. A pesar del tropiezo, desde mi vereda partidaria cuando veo al Club Deportes Antofagasta ejecutar el trabajo de la semana, todos los protagonistas tienen asegurado de antemano mi paciencia. Y no se trata de esperar la oportunidad para salir a matar a un jugador o algo por el estilo en caso de no haber hecho un buen encuentro. Si a los futbolistas no le gusta ser autocríticos, es problema de ellos. Entiendo que cuesta mucho, a mí se me hace difícil. Sin embargo, en el ecosistema del fútbol chileno cualquiera puede opinar y pareciera que algunos tópicos se transforman en humo cuando son realmente serios. Y en este sentido, hay un requerimiento que el medio periodístico nacional aún no acepta: la importancia de seguir día a día las acciones de un plantel profesional junto a su cuerpo técnico.

Analizar noventa minutos es parte del trabajo el fin de semana, pero sólo es una parte. Es algo incompleto si antes de sentarse en cabina uno no sabe quién juega, o, peor aún, si no se comprende que semana tras semana el jugador profesional debe mostrar por qué es convocado. Para mí la vara no es muy alta, pero si existe, entonces se debe medir. Yo lo hago. Es sano. Es parte de la profesión saber que dentro de una cronología de hechos hay una verdad, y por lo menos en Antofagasta la triste realidad indica que se ven más medios de prensa los días martes en conferencia, cuando habla el entrenador, que el resto de los días, donde se entrena y se puede apreciar, al menos en algo, las virtudes o carencias del equipo a nivel colectivo e individual. Futbolísticamente hablando.

En este último ítem, seguramente no es el mejor momento para escribir desnudo una columna, pero el yugo de la ética y el amor por mi trabajo me obligan a sacarme esto del pecho: No me explico la ausencia constante de Fernando Hurtado. Es algo que me ha llevado a moverme sigilosamente intentando pesquisar alguna respuesta, pero nadie se anima a argumentar fundamentos técnicos. Ni el entrenador, ni el preparador de arqueros, ni la dirigencia. Lo único cierto es que “Feña” es el mejor jugador del equipo en lo que va del año. Estuvo por encima de Agustín Rossi, quien no tuvo mucho rodaje ya que fue separado del equipo por Gerardo Ameli por haberlo insultado en pleno partido contra Palestino (fecha 8), y a pesar del favoritismo inexplicable de la institución con Garcés, demostró estar sobre él y mucho más sobre Cortés y Urra, por mencionar a los que rellenaron la lista de Rueda para ir a Copa América.

Esta situación de los arqueros ya comienza a ser tendencia entre los hinchas “pumas”, al igual que hace casi dos décadas, cuando en Colo Colo el debate era Ramírez o Arbiza. Tenemos que remontarnos a esa época para revivir una competencia tan fuerte entre guardametas. Lo que comienza a pesar en lo deportivo, porque el “Halcón” está tapando a un gran arquero -que pasa inadvertido por no pertenecer al “jet set” del fútbol criollo-, una logia donde lo deportivo es lo que menos importa, ya que pareciera que la imagen y el status prevalecen.

El arrastre negativo de Garcés en Antofagasta tampoco tiene precedentes en el fútbol chileno. Su situación por doping jamás se esclareció. En febrero de este año, el Panel de Apelaciones del Tribunal de Expertos en Dopaje (TED), confirmó una sanción de cinco meses por dar positivo en un control por dimetilbutilamina, supuestamente ingerida a través de un quemador de grasa que evita la fatiga y aumenta el rendimiento deportivo. El arquero, mientras estuvo lejos de las canchas, no tardó en apuntar con el dedo al club, amenazando en reiteradas ocasiones con demandas, acusando completa inocencia y replicando que había sido el médico del equipo quien le recomendó tal suplemento.

Todo muy raro, porque se sabe que estos suplementos llegan a Chile sin rótulo, y la mayoría de las veces son los propios locales establecidos quienes rotulan los envases. Llama la atención que el propio jugador nunca reconociera que es auspiciado por un emprendimiento local que es conocido por adulterar estos rótulos y que, incluso, ha tenido problemas con la Seremi de Salud de Antofagasta.

Estas actitudes no tienen tranquilo a nadie, y menos a los que desean que el Club Deportes Antofagasta no descienda. Preocupa que no exista un criterio deportivo institucional, donde un doping positivo quede impune ante la necesidad deportiva, porque el mismo club pudo no renovarle contrato a Garcés en diciembre. Pero ese gallito lo ganó inteligentemente el jugador a través de la prensa y un poco también gracias a la cercanía con el presidente. No pasó nada.

Insisto: quizás sea el peor momento para escribir una columna de opinión desnudo ante el teclado, pero esta situación ya extrapola todo razonamiento y me he sentido en la obligación de compartir algo de lo que se observa en la semana. Incluso me atrevería a decir que la mayoría del plantel prefería que ataje Hurtado, pero eso es sólo conjetura. Lo que importa es que al equipo le vaya bien y que en el camarín, más allá de si hay amigos o enemigos, de una vez por todas este club pueda dar el salto para ser una institución que se maneja por valores y no por intereses.

 

Por Marcelo Cheloi